Mucha gente pide deseos para el año nuevo, yo he decidido conocerme mejor, conocerme a mi misma para no tener confusiones y saber todo lo que quiero o necesito. A lo mejor parece egoísta pero, para mi, es necesario.
Me encanta reír, sonreír, por cualquier chorrada, por cualquier pensamiento que solo pase por mi cabeza. Ir por la calle y no poder evitar fijarme en las personas, ese sitio nuevo que antes no estaba, un nuevo grafiti, algo nuevo que descubrir. Amo el chocolate, pero no me gusta atiborrarme. No sé que sería de mí sin mis historias, mis pequeños cuentos para dormir, aunque más que cuentos, ahora son novelas. Me encanta la lluvia, aunque no la soporte cuando voy peinada y arreglada después de una hora, al fin y al cabo, son solo gotitas. Muero por una peli romántica, y no soporto una de miedo, aunque después acabe viéndola porque me guste. El atardecer. El amanecer. El mar, no podría vivir muy lejos del mar. La playa en invierno con su tranquilidad, desde luego, me iría sin dudarlo a una isla desierta. Me encantan los sonidos, no la música, sino lo que la forma. Pintar, aunque sea un garabato en el filo de un libro. Me gusta bailar, pero más si no hay nadie que me pueda ver. Adoro descontrolarme, pero nunca demasiado. Cantar, aunque me muera de la vergüenza por tener una voz que no llega a ser mejor que un gallo al amanecer. Me encanta vaguear, tirarme horas en el sofá, en mi cama, pero siempre haciendo algo. Creo en los sueños, el destino, pero no en un ser superior. Saber, me encanta saber, anécdotas, datos, cosas curiosas, todo. Me gustan los peluches, aunque no tenga edad para ellos, ¿quién decide eso? Los animales, podría tener un zoológico en casa. Soy indecisa, tonta y complicada, pero sé lo que quiero y lo que necesito. También soy luchadora, aunque a veces no me dé cuenta, siempre sigo adelante. Adoro los parques de atracciones, la montaña rusa, una caída libre. Soy una loca que le encantaría saltar en paracaídas, hacer submarinismo, y tomar café tranquilita. Me encanta abrazarle y no soltarle nunca, pero aun más, que él me abrace más fuerte. El silencio, pero no el incómodo, sino ese en el que te das cuenta que no necesitas palabras para llenarlo, con él se dice todo. La confianza, el saber que puedo confiar totalmente en alguien, contarle hasta el último de mis secretos y que no se ria de mi porque para mi sea eso, un secreto, pero, en realidad, no sea más que una tontería.
Pero, sobre todo, sobre todo, me gustas tú.